Actualizado julio 5, 2017
El da de hoy vamos a hablar de un tema muy importante dentro de la ecología, que no es muy conocido pero que día a día va encontrando mas espacio en el mundo y mas son los que comienzan a interesarse por esta disciplina llamada ecología del paisaje. Comencemos por el principio definiendo…
¿Que es la ecología?
La ecología es una disciplina científica centrada en el estudio y análisis del vínculo que surge entre los seres vivos y el entorno que los rodea, entendido como la combinación de los factores abióticos ( los que no tienen vida, entre los cuales se puede mencionar al clima y a la geología) y los factores bióticos (seres vivos, organismos que comparten el hábitat). La ecología analiza también la distribución y la cantidad de organismos vivos como resultado de la citada relación.
¿Que es la ecología del paisaje?
La ecología del paisaje es una disciplina que, a pesar de que no es muy conocida, ha ido ganando mucho peso en los últimos años. Para simplificar un poco su definición, podríamos decir que se trata del estudio de las variaciones de los paisajes en unas determinadas escalas, no sólo espaciales, sino también temporales. Para ello, combina desde la biología a la geografía, incluso las ciencias sociales dado el impacto que tiene la acción del hombre en el hábitat, habiéndose convertido en un elemento clave a la hora de definir una estrategia de conservación del patrimonio natural y cultural.
Para ello, la Ecología del paisaje se encarga de analizar las interacciones entre los aspectos temporales y espaciales del paisaje y sus componentes de flora, fauna y culturales.
El paisaje esta compuesto por una estructura o mosaico. La manera más sencilla de entenderlo es imaginar que nos encontramos observando el paisaje desde un avión: este mosaico está formado por unas manchas o parches (las colinas, por ejemplo), una matriz (las zonas llanas) y unos corredores (los ríos, las extensiones vegetales…). Además de la estructura o mosaico, el paisaje se compone de la función, esto es, el movimiento o flujo de agua, materias, fauna o personas a través de la estructura; y del cambio o transformación del modelo a lo largo del tiempo.
En este sentido, aparece un término esencial: la dinámica del mosaico paisajístico o,mejor dicho, la evolución del paisaje desde una vista aérea. La evolución de este mosaico es determinante para la conservación. Si tomamos uno de sus elementos, los corredores, éstos son la única vía que tienen las especies animales para desplazarse por toda la extensión de su hábitat. Un hábitat que cada vez se ve más amenazado con alambrados, muros o autopistas, de manera que si se interrumpe la libre circulación de un puma -por citar una de las muchas especies que lo sufren- es posible que se elimine el necesario intercambio genético entre individuos para la supervivencia de la especie.
Por eso la ecología del paisaje es tan importante ya que se utiliza como una herramienta básica para mantener el orden del territorio permitiendo, por ejemplo, diseñar redes de espacios protegidos más eficientes de cara a la conservación de nuestro medio ambiente. Y es que el paisaje es un espacio vivo, compuesto por procesos naturales y sociales que pueden ser valorados y representados por signos, códigos, mapas, planes, estrategias y políticas.
Hay muchas maneras de ilustrar esta utilidad, como es el caso de la unión de los espacios protegidos de la Red Natura 2000 a través de la restauración de las vías pecuarias o cómo proceder a la extracción de un área forestal concreta causando el menor daño posible en la biodiversidad. En este sentido, podríamos decir que la ecología del paisaje es una de las piedras angulares en el camino hacia el uso sostenible del territorio, tratando de integrar de la mejor manera posible hombre y naturaleza para reducir la vulnerabilidad ambiental.
La ecología del paisaje estudia las variaciones que sufren los paisajes a nivel espacial, normalmente a gran escala, y también a lo largo del tiempo. Su campo de estudio son las interacciones entre los patrones espaciales y los distintos procesos ecológicos, en los que muy a menudo se deja sentir el impacto del hombre.
Así es, la acción del ser humano sobre el paisaje es tal que para su estudio se precisa una aproximación multidisciplinar. Por lo tanto, a la hora de analizar un determinado hábitat y definir una estrategia de conservación, la ecología del paisaje recurre a conocimientos biológicos, geográficos y, por otra parte, también a las ciencias sociales.
La ecología del paisajes suele aplicarse a paisajes a gran escala, pero nada impide poder hacerlo también de forma más concreta, siempre que esa menor escala tenga un sentido como unidad de análisis. Lo importante, en cada caso, es llevar a cabo una idónea ordenación del territorio que favorezca la preservación medio ambiental.
La transformación del paisaje
Si queremos evaluar el impacto ambiental desde un punto de vista arquitectónico (obras públicas y obra privada) y, en general, estudiando las huellas de las actividades humanas, uno de los modos de llevarlo a cabo es a través de la ecología del paisaje.
El estudio de los paisajes se enfoca desde el orden y desorden del territorio, observándolo como un ecosistema o suma de ecosistemas que sufren variaciones. En este sentido, la ecología del paisaje es una herramienta útil para darle un uso sostenible al territorio, con el fin de reducir la vulnerabilidad ambiental.
La Asociación Internacional de Ecología del Paisaje (IALE, por sus siglas en inglés) la define como “el estudio de la variación espacial en los paisajes en distintas escalas. Incluye las causas y consecuencias de la heterogeneidad del paisaje biofísicas y sociales”.
Además, la IALE remarca su carácter multidisciplinar y también la necesidad de relacionar las ciencias naturales con las sociales. Entre sus temas centrales destaca la estructura espacial de los paisajes, desde el desierto hasta las ciudades, así como la relación entre ésta y sus variaciones, haciendo especial hincapié en la perturbación que provoca el hombre.
En busca de la sostenibilidad
El fin último de la ecología del paisaje es integrar de la mejor manera posible al hombre y a la naturaleza, lo que significa que siempre han de buscar oportunidades para la acción, sobre todo habida cuenta de la crítica situación que sufre el planeta y de cómo ello influye en el futuro mismo de la humanidad.
En concreto, la tarea de los ecologistas que estudian el paisaje es señalar los riesgos a la hora de tomar decisiones, de diseñar políticas y de recomendar las distintas opciones para la gestión de recursos naturales y del uso de la tierra.
Hacer las urbes más habitables, lograr el equilibrio entre el asfalto y el verde o, por ejemplo, compaginar las áreas rurales y las obras públicas con las áreas naturales son algunos de los objetivos de esta disciplina. Los corredores naturales, por ejemplo, permiten a los animales desplazarse por su hábitat y la falta de éstos o su destrucción por la existencia de autopistas, alambradas, murose, etc., puede tener consecuencias dramáticas para esas especies en concreto y, en general, para el equilibrio del entorno.
Del mismo modo, los insectos polinizadores pueden ver perturbada su actividad si hay grandes extensiones de cultivos intensivos tratados con pesticidas y demás químicos. Prevenir estos y otros problemas similares es complejo, y no siempre se puede llevar a cabo por distintas razones. Aún así, más allá de su viabilidad, el diagnóstico certero corresponde a los ecologistas del paisaje.
El diseño de las ciudades es otro de los grandes desafíos de la ecología del paisaje. Richard T. T. Forman, profesor de la Universidad de Harvard considerado el padre de esta disciplina, dijo: “la ecología del paisaje urbano ha de incluir a las personas y la naturaleza”. Su mundo ideal está en las antípodas de la ciudad caótica y contaminada. Para Forman, una urbe sostenible pasa por “moldear la tierra y distribuir a las personas en áreas alrededor de la gran ciudad, afectando mínimamente el medio ambiente”.
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